La constitución de la II República estableció rígidas normas al ejercicio de la magistratura presidencial limitándola para un término de sólo cuatro años, sin posibilidad de reelección, a fin de evitar que un presidente abusara de su poder para transformar la República en una dictadura u obtuviera una presidencia vitalicia.
En mayo de 1849 se celebran elecciones a la Asamblea nacional que ganan los monárquicos legitimistas. La presidencia de Luis-Napoleón está así marcada por su oposición a la política conservadora de esta Asamblea nacional: envío a Roma de las tropas para dominar una rebelión contra el Papa; voto de la ley Falloux, favorable para la enseñanza religiosa, etc.
El 31 de mayo de 1850, la Asamblea vota una ley electoral que elimina el sufragio universal masculino y retorna al voto censitario, lo que elimina a tres millones de personas del electorado, entre las que están artesanos y obreros estacionales. Por otra parte, Luis Napoleón hace presión para aumentar la duración de su mandato, mientras que la Asamblea nacional se opone a todo proyecto de reforma constitucional. Y es también que a principios de los años 1850, el 15 de agosto pasa a ser la fiesta nacional en Francia. Esta celebración va a permitir al príncipe-presidente empezar la transición hacia el segundo Imperio, y va imponer con éxito un modelo de fiesta nacional popular que también será la bienvenida en la República. El 15 de agosto pasará a ser pues por decreto del 15 de febrero de 1852 la fiesta de san Napoleón.[1]
Finalmente, el 2 de diciembre de 1851, Luis Napoleón da un golpe de estado, presentándose ante los franceses como defensor de la democracia —sufragio universal— frente a la Asamblea —censitaria—. La crisis es superada mediante la celebración de un plebiscito popular que le es favorable y que aumenta su autoritarismo, que ejerce contra los republicanos extremistas y los monárquicos legitimistas y orleanistas.
El 14 de enero de 1852 se promulga una nueva constitución que refuerza los poderes del ejecutivo —duración de la presidencia 10 años, reelegible— y disminuye el del legislativo que divide en tres cámaras: Asamblea, Senado y Consejo de Estado. Finalmente, mediante plebiscito celebrado en noviembre, Francia crea un Imperio, que se proclama solemnemente el 2 de diciembre de 1852.
La política exterior del Segundo Imperio
Tres directrices marcan la política exterior del emperador: el fomento del colonialismo, el apoyo a la unidad italiana y el intervencionismo.
- Colonialismo:
- Unidad de Italia:
- Intervencionismo:
La política interna del Segundo Imperio
Las fuerzas sobre las que se apoya el gobierno de Napoleón III son: el ejército, la burguesía y la Iglesia.
El Imperio Liberal (1863–1868)
Después de un período de transición, al fallarle los apoyos tradicionales —Iglesia y burguesía—, el gobierno gira hacia la izquierda en busca de nuevos apoyos.Dentro de esta política liberal está el derecho de iniciativa del Parlamento (1860) y el control de los presupuestos por parte de las Cámaras (1861). En 1864 se otorga el derecho de asociación y huelga.
A partir de 1867, el malestar por la política exterior —fracaso de México— e interior —crisis económica— fuerzan las concesiones del régimen. En 1867 se concede al Cuerpo Legislativo el derecho de interpelación y responsabilidad ministerial ante las Cámaras. Asimismo, se suavizan las leyes de prensa —supresión de la censura previa— y reunión —anulación de la autorización previa—.
Legado del Segundo Imperio
Mal conocido en nuestros días, el Segundo Imperio corresponde sin embargo a una de las más formidables épocas de desarrollo y de prosperidad que Francia hubiera conocido.
- Economía:
- Urbanismo y ferrocarril:
El Segundo Imperio vio la construcción de la red francesa de ferrocarril, aunque su diseño radial no fue muy afortunado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario